CARIBE LAS COSTAS DEL GOLFO 12 poemas de Eduardo Dalter La vida confronta sus manos espesas y sus voces, bajo el aroma de fritanga, en las esquinas, y las calles de la redonda se mecen hondamente de ese aroma turbio que es casi una divisa. Sopla dentro, muy dentro, la intemperie y los zamuros, en lo más alto, ensayan geometrías espaciosas, en tanto el alacrán también acecha con su soledad que baja entre los montes. *** Tirita la noche en los fríos, remotos astros; y el mar suspira, como fuera del tiempo, mientras los montes, apenas contorneados, parecen en vigilia y el viento, éste, apenas sopla. *** Mañana a las 6 llegará el primer lanchón de trinitarios. Mañana desde el viejo muelle se soltarán las llamaradas de Maracas Bay y Puerto España que emborracharán semana santa con calypso. Y entonces las esquinas no serán como siempre las esquinas; algo en los sudores y las lenguas andará flotando, hirviendo, hasta el mercado, cual un rubor de flores negras, cabos negros. Y nadie sabrá qué hacer con tanto ritmo. *** De Marigüitar marchó a Macuro y había perdido su conuco. Se inventaba calles y puertas fugaces, a falta acaso de otras, y miraba reconcentrada el techo, por momentos, como sabiéndose rodeada y extranjera en esas costas. Tenía dedos finos, aires de mar, y había perdido su conuco. *** Pantalones remangados, espaldas oscuras, los pescadores bajo el sol caminan playa arriba como siguiendo al viento, que hoy ha dado al mar un raro hechizo. *** Las palmas se rozan en lo alto cual cien besos cuchicheantes que el viento pone a volar y el mar escucha. *** Viento, háblanos del mar que hoy estamos algo así como aburridos,como tristes. Afuera, ves, llueve, llueve con ganas y contigo. Háblanos también de las costas de Chacachacare y de Macuro mientras tomamos café y miramos la ventana. Háblanos así, del oleaje tormentoso dando en los cargueros que se inclinan en las Bocas, que hoy estamos desolados y deseosos de tu magia. *** ¿Cuál es el nombre del lugar repetido cual un eco en las calles, pero solo siempre, sin un alma? ¿Cuál es el nombre de esta arena recalentada, clarísima, polvosa, y de este ángulo para quedar del zigzag de la playa y del insolado, ancho, ancho golfo? ¿Cuál es el nombre del lugar de los rumores tan distantes, que dibujan, ya del aire, rostros, suspiros, romanillas? ¿Cuál --díganmelo por favor más lentamente--, cuál es el nombre del lugar?; ¿cuál es el nombre del lugar? *** Veredas angostas; aroma espeso de cilantro o de fritura; aún no es mediodía, pero ya el sol arde en los brazos; caminamos, caminamos; y mis ojos son ancla en la arena de los ojos que me tocan; y el aire abierto sube, baja y nos navega hasta la sangre. *** Este mar que se agita turbio es un mercado, con sus cortes de cebú y el resuello de la auyama. Este mar y su hondura de manos y de voces que se abren en el aire, en tanto la soledad de abandono habita todo y los pargos dormitan en el hielo de las cavas. *** A Trinidad podrá tardarse poco más de unas dos horas, o toda la noche o más, dicen los contrabandistas oficiosos a la vez que beben al ritmo de la mar, hoy tan tranquila, y quedan del aire como abrazando sus raíces. *** En la quietud derramada de las costas sólo el mar insiste en decir no y desparrama su saliva, chista y se revuelve, mientras el blancor desvaído de las nubes se desliza lentamente hacia el oeste y el sol guiña, se suaviza. Pero el mar insiste, insiste, hasta que la hora, ya suya, oscurece y sobrecoge. |